lunes, 24 de agosto de 2009

proyecto!

Sus próximos días se continuaron de nubladas escenas. Al arribar a los campos de concentración absorbió una realidad de sufrimientos. La comida escaseaba, el frío se penetraba sobre su piel e inundaba cada centímetro de helados vacíos, las bombas no cesaban y ver el amanecer del mañana se echaba a la suerte. Su vida se entrego al destino y al azar.
Damien era con quien lo acompañaba y compartía la mayoría de su tiempo. Tenía una familia en las afueras de Paris y varios motivos por rezar cada noche. Solía contarle sus anécdotas e intentar motivarlo para que luego del cese de la guerra comience a creer y confiar en las pequeñas cosas. Tenía fe que cada minuto podría ser el último de aquella actualidad que recorrían. Parecía ser un buen hombre, con grandes valores y fortalezas. Cierta fecha las cosas cambiaron, cada vez se tornaba más frecuente el combate y los estruendos no cesaban; de a poco los buenos pensamientos se desvanecían creyendo imposible que la situación sufra modificaciones. Se tornaba casi imposible afrontar los despertares sabiendo que se proseguirían por duros golpes e innumerables pérdidas.
Largos meses, eternas luchas, infinitas tristezas… El 29 de agosto de 1941 Bernie recibe un duro disparo en su hombro izquierdo. Gritos de dolor lo invadieron, lentamente cayó al suelo mientras veía como se cubría de rojo su cuerpo. Horas de agonía, minutos de espera y mínimas fuerzas cargadas de una pacifica soledad inalcanzable. Bastaron solo eternos días para recibir noticias inesperadas; una carta cambió su rumbo. Con sorpresas y destellos de esperanzas la abrió rápidamente. Sin dudarlo sus ojos se precisaron en el remitente del sobre, el nombre claire remarcado con negro aparecía borrosamente. Inexplicables fueron las sensaciones que lo atravesaron, se quedo atónito largos minutos y por fin hecho a reír y llorar sintiendo una emoción incontenible que llenaba todo el vacío que lo había poblado este último tiempo. Rápidamente llevo su vista al comienzo de la carta y empezó a leer:
Querido Bernie:
Hace tiempo he tratado de escribirte. Tengo tantas cosas para decirte que no sé por dónde empezar. Una mañana mientras trabajabas se nos presentó un grupo de militares y sin motivos hicieron que junto a ellos partamos. Intenté evitarlo y escaparme de esos brazos que me encerraban pero me fue imposible. Nos llevaron hasta un campo de batalla donde cada día teníamos que asistir a soldados que llegaban heridos. Nunca hubo explicaciones, nadie me escuchó y créeme que intente hacerte saber esto antes pero me fue imposible. Hace unos días nos liberaron, no puedo explicar la felicidad que me inundó pero poco duró, se me desvaneció completamente al llegar a casa y no verte amor. Te necesito, Francia está siendo muy bombardeada y con Cécile vinimos a la casa de papa un tiempo. Confió en que toda esta inmensa pesadilla va a acabar y llegara un día en que pueda volver a abrazarte y sumergirme en tu mirada. Espero verte pronto, no sabes la falta que me haces en este momento. Siempre voy a estar esperándote, no lo olvides. Prométeme que pronto vas a estar acá, ayudándome a creer nuevamente en la vida y la alegría. Solo te tengo a vos y a nuestra pequeña. Pensar que me faltaras seria insuperable. Te amo y necesito que me prometas que nunca vas a bajar los brazos. No nos dejes…
Por siempre, Claire

Al finalizar la lectura su cuerpo se estremeció. Ahora sí tendría suficientes motivos para creer y luchar hasta que esta guerra acabe y volver junto a ellas. Una emoción lo vistió completamente produciéndole ansias de vivir, de sentir amor, de pelear y sobrevivir a la pesadilla que asechaba.
Tres años pasaron y el tiempo cada vez se hacía más eterno, las caídas se fomentaban y la compañía era cada vez menor. Los soldados morían por diversas causas y se consumían mas las esperanzas.
El 9 de mayo de 1945 la guerra llegó a su fin. Los rostros sobrevivientes se iluminaron, después de un duro y enorme período lo malo se apaciguaba…
Al llegar a casa no todo fue tan esperado. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que recorría sus conocidas calles y respiraba el puro aire. Todo estaba completamente distinto y destruido. La guerra había dejado sus marcas. Las cifras de pérdidas humanas fueron impresionantes; el panorama de las destrucciones materiales era también desolador siendo destruidas numerosas viviendas y otras construcciones. Bernie poseía una sensación algo rara. Por un lado ansiaba demasiado el reencuentro con sus dos amores y se sentía feliz por ello; pero por otro no encontraba explicaciones para tales pérdidas. No existían motivos para generar dicha catástrofe. Sentía que el mundo estaba dados vueltas y los pensamientos surgían en contradicción a la lógica. Afirmaba querer desaparecer de ese mundo de locos incontenibles que actúan por impulso y desmerecían las simples cosas que nos forman. Era tan raro que no podía explicarlo, solo él comprendía sus pensamientos.
Al llegar a su casa se adentro rápidamente, solo existía una soledad, una gran soledad que llenaba cada habitación. No había rastros de ellas, solo quedaban algunos objetos y ropas desordenadas. Las mínimas esperanzas acababan de esfumarse y el único momento de alegría que lo había apoderado en este último tiempo desaparecía. Ya no había nada que logre sacar algún destello de felicidad. Se sentía desdichado, desafortunado, desganado, algo de él se estaba perdiendo y temía no volver a recuperarlo. Salió afuera deseando que alguna bala se encuentre aún en el lugar y quiera apoderarlo, ingresar en él y trasladarlo a un lugar transparente, pacifico y natural, donde no haya prejuicios ni muertes sin sentidos; donde reine la alegría y la pureza del alma; donde cada mañana la vida te reciba con un abrazo y una sonrisa…un lugar en que se sienta lindo vivir.
Pero ahora se encontraba allí, una vez más en las calles que frecuentaba cada día, las que le rememoraban sus mayores tristezas pero de infinitos recuerdos; las calles desbastadas por la salvajez humana y el delirio incontrolable de sus pensamientos o deseos; las calles donde descubrían la transparencia de un alma sufrida.

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