domingo, 9 de agosto de 2009

escribiendo..

Bastaba solo con observarlo profundamente para descubrir esa tristeza que inundaba sus ojos brillantes por el cristal de las lagrimas, desdibujados frente a la desorientación que le producían los recuerdos y profundos como la calle gris que lo vio caer. Cada vez que recorría esos lugares rememoraba pasados trágicos de mucho sufrimiento, todo su ser se vestía de negro y por dentro circulaban sentimientos de pena e impotencia.
Nada lograba arrancar ese pasado que lo atormentaba cada día al despertar. Su vida se había vuelto desdichada, no existían momentos de sonrisas y alegrías pintadas al menos, solo se preocupaba por no olvidar la memoria y los hechos que merodeaban su cabeza revolviendo polvillo viejo. Su alma retrocedía y se llenaba de gritos, explosiones, escapes, tiroteos, llantos que no cesaban y motivaban su inexistencia. Los ruidos eran escuchados en cada momento produciendo grandes trastornos en su personalidad y trágicos momentos se hacían visibles a cada instante de su dura existencia. Tom tenía 45 años y visitaba frecuentemente las calles aun destruidas por la guerra…

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