viernes, 22 de mayo de 2009

Misil explotando en el cielo
Cuyo resplandor ilumina la trinchera
Cual sol permite ver la cara de los gurkas enemigos

El pelotón de ingleses cubre la cabeza de su comandante,
Piezas de plomo y platino vuelan por el aire
Precipitándose sobre la inmensidad de Canberra.
Desdichado prisionero desea paliar la guerra
Deseoso altamar lejos de esta tortura en mes de Junio,
Recuerda Southampton, su querida y anhelada tierra,
Donde el zoo relumbra a los monos de su actual presidio

Canciller desalmado, insustancial y triunfador de penas,
Sólo acepta la liberación y baja el retaco.
Rememora el puerto impoluto y devuelve ilusiones al Buenos Aires de lágrimas
Como aquella noche de tibio y cálido Octubre,
Acepta el trabajo de la humilde pizzería en las afueras de Retiro.
Comprende la miseria y el desdichado sueldo
Porque sólo con la simple existencia de cariño y afecto
Se puede derribar la más sofisticada y producente jaula en la riqueza de Londres.

"Mi planta naranaja lima"

El libro “Mi planta naranja lima “exteriormente resulta ser pequeño, tan pequeño que cabe envuelto en un pañuelo manchado mínimamente por la sangre derramada ese día. Es liviano como el vaso de ginebra sin líquido recostado sobre la mesa en el momento del hecho; de tapa blanda y refinada como la tela del saco rojo que llevaba puesto. Sus páginas no son muchas y su letra algo grande y veloz. Se siente áspero como el perro negro vagabundo testigo de esa noche de insomnio. Al abrirlo, invade esa sensación de libro viejo similar a la estética del causante del robo. Sus páginas algo amarillas de verano me hacen recordar a la cara de Juan luego de recibir la amenaza. Su titulo, grande como el espejo negro roto y agrietado por el anciano. Un dibujo debajo poco recordable. Posee una dedicatoria concisa, justificada, llevada a cabo por quien escribía el relato y una historia abnegadamente sanguinaria, estrepitosa. Un comienzo interesante, un final esperado y triste…muy conmovedor en su conjunto e inquietante en sus detalles. Ahora solo resta caminar imaginando, recorrer su contenido y descubrir el final derribando piedras y conjeturas posibles.